Y eso qué fue??

He vuelto, estuve desaparecida un tiempo, pero acá regreso con nuevas historias...

Era la primera vez que ella se veía con el flaco. Estaba totalmente alucinada con él, se acordaba de cuando iban al secundario que lo veía en los recreos y se ponía colorada y temblaba de los nervios.

Cinco años después, cuando lo volvió a ver mientras caminaba por el centro de la ciudad, charlaron y el la invitó a tomar un café. Hablaron de todo un poco, se conectaron enseguida y en ella volvía a renacer ese enamoramiento adolescente; se despidieron con un beso y arreglaron para verse el fin de semana.

El le prometió una cena, en su casa; ella se produjo como nunca antes, se depiló entera, se perfumó, se encremó, se compró ropa interior nueva y se dirigió a su casa. Cuando llegó, estaba iluminado con velas, había música suave, la comida estaba servida en la mesita ratona y almohadones en el piso; todo era perfecto. 

Comieron, tomaron un vino, se rieron y se besaron... primero besos tiernos que se fueron volviendo cada vez más pasionales, hubo caricias desenfrenadas, mordisqueos y se embriagaron de deseo.

Él le tomo suavemente la mano, besó cada uno de sus dedos y la llevó a la habitación. Allí comenzó a desvestirla suavemente y la recostó en la cama, le recorrió con los labios todo el cuerpo y procedió a desvestirse él también. 

Recostados los dos en la cama, el comenzó a penetrarla, seguía siendo perfecto. En un determinado momento, ella quiso cambiar de posición y al intentar subirse sobre él sin que se salga el objeto de su deseo del lugar donde corresponde, se escucha un fuerte ruido, ella sintió como el aire se escapaba de su florcita, pero por el ruido parecía que se había escapado de otro lado. 

Se puso roja de vergüenza y el flaco la miro desconcertado y sin querer se le escapó una risita. Evidentemente se había roto la magia, y ella deseó profundamente que se la trague la tierra, cada vez se ponía mas colorada. El pibe la miro y volvió a reírse y le dijo: - quedate tranquila, son cosas que pasan!.

La chica se vistió apresuradamente y se fue. 

Nunca más respondió a sus llamadas. Incluso cada vez que recuerda esta anécdota, se ruborizan sus mejillas.